LA FRONTERA IMPUESTA AL PUEBLO WAYUU DESDE 1840

-.Un Decreto del 20 de agosto de 1840, firmado por Carlos Soublette, Vicepresidente de la República de Venezuela, fijaba los requisitos indispensables en el trato entre criollos y guajiros y señalaba las bases para la “reducción de los mismos”. El 22 de octubre de 1842, José Antonio Páez, Presidente de Venezuela, dictó el reglamento orgánico para fomentar el comercio con La Guajira y la reducción de los indígenas. Mientras que los vecinos de Sinamaica trataban, a través de sus gobernantes, controlar el flujo de los indígenas que en sus límites se presentaban
“No se le permita a los indios situarse dentro de la línea cuando vengan a veranear con sus haciendas con disposiciones de regresar a la entrada del invierno; i solo el caso de que manifiesten una decidida resolución de vivir perpetuamente entre nosotros, los hará usted detener en las Guardias (...) i me dará inmediatamente aviso, para designar el lugar en que deban establecerse, a cuyo fin la Gobernación consultará la comodidad de los indígenas i la seguridad de los intereses de estos vecinos” (A.H.Z. 1842, T. XIV, L. 23, F.7).
La frontera entre los guajiros y el territorio controlado por Venezuela se ubicaba en la región pantanosa de Sinamaica, allí acudían una vez por semana a trocar sus productos.
“Caballos, ganado vacuno, pescado seco, arneses para caballos, sogas y miel de abejas a cambio de ron, maíz, cuchillos, abalorios diversos y tejidos de bayeta, material rojo y lanudo como felpa, utilizado para confeccionar cobijas. El ron que les vendían los criollos estaba mezclado con opio Capsicum. Esta táctica de los pulperos del fortín tenía como objetivo el que los indios vendieran sus artículos a precios irrisorios o terminasen cambiándolos todos por ron” (Sanoja, 1992: 272).
Mientras que en Maracaibo se presentaban proyectos para dar inicio a la colonización de las tierras de la Guajira, aprovechando las ventajas de una permanente comunicación vía terrestre entre aquella y Riohacha.
“No debe omitirse la oportunidad de presentar al Gobierno un proyecto de la mayor importancia para la civilización, progresos y prosperidad de la Península Goajira: y consiste en que poniéndose de acuerdo Venezuela y la Nueva Granada, se levanten en una línea recta desde la punta del Eneal de Sinamaica hasta la ciudad de Rio Hacha ocho casas fortificadas, á distancia de dos leguas cada una, con suficiente guarnición y artillería para resistir cualquier tentativa. Dicha travesía comprende el espacio de 16 a 17 leguas Noroeste Sudeste y deja cortada la Península y consiguientemente dominado todo su territorio, la parte más poblada, rica y comercial: las tribus indígenas o vivirían sometidas o tendrían que emigrar a la sierra, resultando de ambos modos beneficios inmensos a ambos Estados. Al Gobierno de Venezuela no pueden escaparse las ventajas que reporta este vasto plan facilita grandemente la comunicación con la Nueva Granada: estrecha las relaciones entre los ciudadanos de las dos naciones: establece cambios y permutas recíprocos entre estos, es decir, funda un comercio por este lado; aparte de que la reducción de los indígenas se efectuará sensiblemente por el trato y civilización que los circunda; aparte de que el tráfico de los buques en las costas goagiras sería protegido y regularizado; aparte, en fin, de que los vecinos de Maracaibo apoyados por las diferentes casas guarnecidas inundarían aquellas extensas llanuras, levantando poblaciones y sosteniendo con ventaja el mercado goajiro. No son de compararse los gastos de la empresa con sus ilimitados beneficios” (A.H.Z. 1845, T. XVI, L. 12, F.185-186).
Ya vemos como este plan parte de la idea de que la población de Maracaibo está ansiosa por poseer las riquezas que este proyecto generaría. Sin embargo, posteriores acontecimientos bélicos entre indígenas y criollos obligan a la organización de una “expedición punitiva” contra los guajiros, teniendo dificultades para conseguir el número mínimo de individuos con que garantizar el éxito de la acción. Muchos de los candidatos a formar parte de la expedición huían antes de verse con un enemigo impredecible, dueño del territorio y diestro en el manejo de las armas y flechas envenenadas.
“Y tratando de la conquista de los referidos yndios guajiros q. Tantos daños hacen, y tienen cerrado el camino de Maracaybo a dho Rio del Hacha, q. No se puede pazar sin una buena escolta, y aun esta la suelen atacar según sucedió na ha mucho conduciendo unos pliegos del Rey” (Moreno, 1984: 31).
Mientras los vecinos de Sinamaica sugerían medidas que prohibieran el tráfico de los indios en su terreno, armados o no, impidiendo su alojo en él, por lo que pedían mayor vigilancia en el “desierto” que separa a las Guardias del mar.”
-las guardias a la cual se refiere es Taiway sitio  de dominio de los bravos Kucinas Juliep Chapara, seguramente mestizo que nunca abandono sus raíces batalló hasta morir en las sabanas salitrosas de Caimare chico, bajo las balas de los fusiles  de las autoridades comandadas por el entonces jefe de fronteras, Rudecindo Gonzalez, mejor conocido como el Cachimbo, los Wayuus escucharon hablar de el, Los nativos los conocían como Juweechipââlâ, muerto en batalla en el enfrentamiento que tuvo lugar en Kaimaalü  (Caimare chico en 1886,)
Sobre este acontecimiento escribe Matos Romero (1978) “Cachimbo fue un hombre valiente, osado, agresivo de armas tomar. E ingería mucho licor, como estratega militar a la manera guajira de combatir, demostró sus habilidades tácticas en los diferentes encuentros que con los indios guajiras, sobr4e todo cuando derroto con 40 hombres a caballo armados de máuseres, a las turbas de indios que atacaban a sinamaica para llevarse algunos ganados. Los veteranos caciques Juliep Chapara y Majáracua al mando de 3.000 indios pelearon contra Cachimbo refriega que tuvo lugar en el sitio nombrado Caimare chico cerca de Sinamaica. Esto sucedió en 1886 mas o menos cuando Paraguaipoa era apenas una ranchería indígena”
en dicho combate fue muerto el cacique Juliep Chapara en un ataque que le hizo Cachimbo con su ayudante Rafael Villanueva, por la retaguardia, y salio herido el cacique Majáracua, que logro escapar con algunos indios   de los suyos hacia la alta guajira , a reponerse de sus heridas para volver a emprender la guerra”

-Como pueden entender, el escritor escribe desde su punto de vista, y además con los datos que le aportan los invasores, fíjense que los supuestos indios “ que tanto daño hacen” que refiere lo escrito anteriormente, son los habitantes originarios de estas tierras, que trataban de defender su honor y permanecencia, sometidos por el ejercito de ambos bandos realistas y patriotas tanto del gobierno Colombiano y Venezolano, los que eran capturados los alistaban al ejercito y los que no, huían a las serranías o monte adentro, eran cazados cual animales de la peor. tanto así,que crean leyes amparados por el poder del gobierno nombrando jefes de fronteras en los limites impuestos, guarniciones militares en las poblaciones o rancherías de los wayuus, como pala^weipoü, Taiway le cambiaron el nombre a santa teresa de las guardias de afuera, a la población de Neimálüú, como Neima, a Kijout, como Cojoro a Walëërü como Guarero, estos y otros sitios militarizados para someter y acabar con los wayuus las mismas fueron utilizadas en años posteriores como lugares de hacinamientos y centros de reclusion de los wayuus vendidos como esclavos a las fincas del sur del lago de Maracaibo, de esto trataremos mas adelante…

-antes de continuar sigamos hurgando en los adentros de la historia reciente veamos que dicen de nuestros antepasados que son los únicos que deberían de ser venerados y horrados sus estatuas en las plazas de nuestros pueblos indígenas y sobre todo en la Guajira, en ese tiempo liderizados  por Juliep Chapara y Meregildo, señores de estas tierras.
El escritor David Belloso Rossel (1960) escribe sobre este particular.” En el año de 1766 las tribus guajiras que antes atacaban aisladas a las posesiones españolas se unieron para defenderse de los encomenderos que los obligaban a pagar tributos, a lo que se resistieron desde un principio, logrando vencer a los soldados españoles y desalojarlos de sus posesiones, con lo cual dejaron de pagar tributo.

La villa de Sinamaica dependía para la fecha de su fundación del Nuevo Reino de Granada, teniendo como punto más cercano a la población de Río Hacha a cuya jurisdicción pertenecían; como las comunicaciones eran difíciles y peligrosas por los ataques de los indios, los habitantes del naciente pueblecito pidieron al Rey de España fuera agregada la villa al territorio de Maracaibo, lo que fue concedido por el Rey en real orden de fecha 12 de Agosto de 1790. En cumplimiento de ella y hechos los preparativos consiguientes, se verificó la demarcación, entrega y reunión a la provincia de Maracaibo el día 19 de agosto de 1792, siendo ejecutado este mandato por el Brigadier Joaquín Primo de Rivera, Gobernador y Comandante General de Maracaibo y su provincia.

Mientras estos sucesos tenían lugar, las parcialidades de la Guajira han perdido por muerte natural el Cacique que logró la reunión de las diferentes tribus y se ha llevado a cabo el reconocimiento del nuevo jefe, cuyo nombre es YAUREPARA; éste era un hombre fuerte, alto, de aspecto fiero; tenía una enorme cicatriz desde la frente a la coronilla de la cabeza; se decía de él que fue el vencedor del cacicazgo en una bárbara lucha personal que se describe así: cuando en esas tribus falta el cacique, los aspirantes al puesto tienen que probar su fortaleza en una lucha personal que demostrara quién es el más fuerte; al efecto, cada aspirante se arma con una gruesa estaca hecha de macana (madera excesivamente dura), uno de los contendores se inclina y el contrario descarga un golpe sobre la cabeza inclinada con todas sus fuerzas, si resiste el golpe, hace igual con su contrario y así se van eliminando los que tienen menor resistencia, quedando como vencedor el que haya soportado mejor el tremendo garrotazo; algunos mueren en la prueba y todos quedan sangrantes con las cabezas rotas, pero, el ganador es proclamado cacique y reconocido como tal.

Yaurepara entra en acción; todas las parcialidades y caciques indígenas reconocen la superioridad del nuevo jefe; la lucha continúa; Sinamaica es atacada por guerrillas montadas que al llegar a sus cercanías descargan una lluvia de flechas sobre las casas y los habitantes; cuando las tropas salen a defender el pueblo, ya apenas se ve la nube de polvo de los veloces caballos montados en pelo que se han puesto fuera del alcance de las armas de fuego y esto se repite cuando menos se piensa. Los jefes españoles hacen esfuerzos por terminar este estado de cosas; el Gobernador Brigadier Joaquín Primo de Rivera enferma y muere en Maracaibo.

El Rey de España nombra nuevo Gobernador de la Provincia de Maracaibo al Procurador Juan Ignacio de Armada; éste se da cuenta de las dificultades que a su gobierno trae la enemistad de los indios y resuelve terminar el estado de guerra y pactar con los indígenas; al efecto, envía comisionados a la Guajira para entrevistarse con Yaurepara y encontrado éste, quien era el cacique más importante, le proponen un tratado de paz a lo que conviene Yaurepara; los emisarios le ofrecen garantía de vida para trasladarse a Maracaibo y el cacique sale con un séquito de diez indios notables entre jefes y parientes y un grupo de servidores indios que van al cuidado de bestias y ganado que llevan consigo.

La llegada a Maracaibo es un acontecimiento para la población que sale a recibirlos a las afueras de la ciudad; vienen los jefes adornados con penachos de plumas de color, armados de arcos y flechas, en caballos hermosos y envueltos en sus mantas; son conducidos y alojados en casas de la ciudad; para dar mayor solemnidad a la recepción, el Gobernador los recibe en la Casa Consistorial, situada en la Plaza de la Concordia, (hoy Plaza Bolívar) y se llega a un convenio donde tomaron parte por el gobierno español los Gobernadores de Maracaibo y Río Hacha y por las parcialidades indígenas el Cacique Yaurepara, quien ofreció garantizar con su persona la conducta de todas las parcialidades guajiras y hacerse responsable de los perjuicios que éstas pudieran causar, para lo cual tomó la pluma y trazó sobre el papel una gran equis, seguidamente firmaron los Gobernadores de Maracaibo y Río Hacha; terminado el acto, los indios fueron agasajados y regalados.

Al siguiente día el propio Cacique Yaurepara, para cumplir leyes indígenas, entrego al Gobernador de Armada lo que se anota seguidamente: treinta muías, diez caballos, quince vacas y algunos efectos de uso personal; el Gobernador español entregó a los indios: seis botijuelas y nueve frascos llenos de aguardiente; cinco botijuelas vacías; dos cargas de maíz, un bastón con casquillo de oro, una cadena con gargantilla de oro y relicario, diez petacas de papelón, diez cuchillos, una pieza de coleta, cuatro pares de estribos de cobre en forma de botas, cinco frenos de plata y acero, cuatro corazas de hierro, una talega de jayo y varias otras cosas; también les entregaron ocho pesos en dinero efectivo. Además de esto y, a quince días después, el Gobernador de Río Hacha entregaría a Yaurepara dos águilas de oro macizo que deberían hacerse como lo indicara el cacique; a Yaurepara se le entregó una orden que debía presentar al gobierno de Río Hacha al recibo de las águilas. Los efectos entregados por ambas partes tenían el carácter de pago por la sangre derramada. Este convenio fue cumplido fielmente por españoles e indios y éstos últimos, ocho días después de la entrega de las águilas de oro por el gobierno de Río Hacha, reciprocaron a los españoles los agasajos recibidos con un fiesta en la villa de Sinamaica”.


A su paso por el norte de América del Sur en los primeros años del siglo XIX, Humboldt describe someramente a los Goajiros que trafican entre el Lago de Maracaibo y el Río de El Hacha (Humboldt, IV. 1985: 451) y efectivamente, estos indígenas tenían el control de este territorio desde tiempos prehispánicos.
veamos que anota Matos Romero (1975)de este hecho;” El cacique “yaurepara” fue reconocido por el gobierno Español durante la colonia durante 32 años y luego firmar el tratado de en 1798, y posteriormente los caciques Guajiros (Kucinas), Juliep chapara y Majaracua combatieron contra las tropas venezolanas que estaban al mando del general Rudecindo González, alias Cachimbo jefe de fronteras en Sinamaica en 1887 en la pelea de Caimare chico y el cacique José Dolores de la casta Adpushana con gran influencia sobre otras castas, fue reconocido por los gobierno de Colombia y Venezuela. tanto así que en la guerra de los 1.000 días en Colombia, ósea en 1.901 a 1903 , José dolores armo tres escuadrones uno de Colombianos una de venezolanos y otra de guajiros ,y cuando la batalla de Carrazua cerca del río ranchería  en río de hacha, donde el general Cipriano Castro siendo entonces presidente de Venezuela envío 3.000 venezolanos a pelear junto a los liberales colombianos a quienes apoyaba en contra de los conservadores , y cuando el general Dávila , venia derrotado por las márgenes del río ranchería el cacique José Dolores le salio al paso con 500 indios y le completo la derrota porque según el cacique José Dolores los revolucionarios liberales colombianos le habían comido muchos ganados de su propiedad” 
Otro escritor, José Polo Acuña, universidad de Cartagena, anota;” Un viajero anotó lo siguiente sobre José Dolores a finales del siglo XIX: “[...] José Dolores, rico indio muy temido, de la casta de los “Arpushainas” está con frecuencia en guerra con los “Ipuanas”, los “Yusayús” y los “Cocinas”. Tiene dos tenientes bravos y muy temidos, “Joaquín” y Briaku”. Casado con una lindísima mestiza, hija de una india y un español, posee grandes rebaños y especialmente una raza de caballos muy renombrada”. Henri Candelier.

sobre la situación de cacicazgo en la Guajira es explicable, desde tiempos de colonia utilizaron los invasores esta figura, para ganar adeptos y poder someter a los nativos, y no es que los wayuu obedecían a un cacique, es mas, este termino es desconocido para nosotros, anoto esto es para que el natural y el extraño entienda que en la Guajira no existe la figura de cacique, pero veamos que dicen los historiadores sobre este tema ;Antonio de Arevalo (1776), anota en sus “diario de operaciones del 12 de mayo de 1773. “No hay en ellos cacique ni señor por vínculo ni elección, y sólo lo es el que posee mayor caudal, como el que hoy tiene el llamado Capaurinche* o Toribio [...]”.(* kapüläinshii, “influyente”)
Joseph Galluzo en su escrito “marina y milicias” (santa fe de bogota), describía con los siguientes términos al líder nativo Antonio Paredes: “Por ser este indio el más rico de toda la nación guajira los tiene a todos acobardados, porque cuando se le antoja llama a muchos de los indios pobres que habitan en Chimare [...] tiene diez y ocho barriles de pólvora holandesa, y con esta cortedad dice que no hay más rey que él”
Siguamos indagando en la historia escrito sobre el cacicazgo en la guajira, el escritor José polo acuña (Barranquilla 1999) escribe;” Ya desde mediados del siglo XVIII las autoridades reales acudieron al “cacique mayor de la nación guajira”, Cecilio López Sierra, figura “creada” por ellos para que les sirviera de enlace con los poderosos apüshis de la Alta Guajira que aún no habían sido “sometidos”. López Sierra era un rico y prestigioso mestizo, hijo de un funcionario y comerciante de Riohacha y una india “noble”, emparentado además con los jefes nativos del norte de la península. Esta situación fue aprovechada por las autoridades hispanas para nombrarlo “cacique”, cargo que no dudó en aceptar dadas las expectativas de lucro que podía obtener: por un lado, se entendía con el poder hispano aceptando en la letra las recomendaciones de sus funciones, pero por otro participaba en las actividades contrabandistas con sus congéneres de la Alta Guajira. Estos últimos también aprovecharon sus lazos paténtales con López Sierra para sacar provecho del trato ilícito y hacerse más fuertes. Tales fueron los casos de los llamados “Caporinche”, “Antonio Paredes”, “Pablo Majusares”, “Arguasi” y “Yaurepara”. Al lado de López Sierra las autoridades hispanas designaron a “sargentos”, “capitanes” y “tenientes” nativos, entre otros, para que cumplieran las mismas funciones del “cacique mayor” pero con apüshis menos poderosos, y que a su vez tenían que entenderse con López Sierra. Estos individuos igualmente estuvieron envueltos en escándalos de corrupción y disputas con el liderazgo tradicional wayúu, pero también sacaron provecho de su “cargo” para enriquecerse en la esfera del contrabando.
Estas figuras políticas y su funcionalidad no desaparecieron con el advenimiento de los gobiernos republicanos durante el siglo XIX, antes bien esta dirigencia optó también por entenderse con líderes influyentes en la comunidad aborigen, generalmente líderes de apüshis ricos. Los líderes intermedios que antes fueron “sargentos”, “tenientes” o “capitanes”, se convirtieron en lo que Benson Saler denomina “jefecillos”, “corredores”, “patrocinadores”, prósperos comerciantes y hasta “palabreros”. Entendemos por estas figuras a individuos que controlaban muchos bienes o el acceso a ellos, por lo que establecieron una red de clientela o seguidores que los apoyaban a cambio del suministro de bienes y servicios. Estos corredores también derivaron su prestigio de servir de intérpretes (no olvidemos que eran bilingües), agentes comerciales y funcionarios gubernamentales; extendían su poder apelando a las redes genealógicas y de afinidad en nombre de una casta o eirruku.
Un caso interesante de estas figuras lo constituyen las familias Mengual e Iguarán, quienes se establecieron a mediados del siglo XIX en las zonas de Bahía Honda, Puerto Estrella y Castilletes. Estos fueron famosos comerciantes emparentados con clanes wayuu y con contactos en Aruba y Curazao, y eran hasta bien entrado el siglo XX familias con poder y riqueza en la Guajira. El fundador de Tucacas, posteriormente Puerto López, tres décadas después, fue Vicente Iguarán, a quien nombraron Jefe de Resguardo de Aduanas por parte del gobierno de Colombia.
Similar proceso se dio con familias del lado de la Guajira venezolana como los Montiel o los Fernández. En este orden de ideas a finales del siglo XIX el caso de un Jefe de Fronteras apostado en Sinamaica, Rudesindo González, alias “Cachimbo”, casado con la indígena Úrsula paz y otras más, tuvo numerosos hijos y algunos de ellos llegaron a ser “caciques” como lo fue Bartolo González, conocido como el “Asao”. Otro Jefe de Fronteras fue el “cacique” Luís Fernández, conocido como el “Chioco”, quien en alguna ocasión fue invitado a Caracas por el general Juan Vicente Gómez en 1911 para conmemorar el primer Centenario de la Independencia.



 CIUDADANO WAYUU. Luis Fernandez alias Chiouk.
En el caso colombiano es conocido el del cacique José Dolores, de la casta Adpushana, quien en repetidas ocasiones fue reconocido por los gobiernos de Colombia y Venezuela como interlocutor válido entre ellos y los indios guajiros. Dolores participó en la Guerra de los Mil Días al lado de los conservadores, propinando una derrota al general José Antonio Dávila, enviado del Presidente Cipriano Castro en ayuda de los liberales en Colombia. Recibió, al igual que el “chioco”, distinciones de los presidentes Cipriano Castro y Rafael Reyes.”
En conclusión, estos individuos sacaron provecho de su posición en el circuito decirculación de los bienes, convirtiéndose en poderosos comerciantes y ganaderos, reuniendo a una cantidad considerable de indios y mestizos quienes eran su clientela. El clientelismo deviene de su doble condición: primero, permite el acceso a los bienes, pero también reclama reciprocidad y apoyo por ello; y segundo, este proceso también fue facilitado por la estructura parental wayúu ” (jose polo acuña-etnicidad, poder y negociación en la guajira1750-1820)
solo que algunas parcialidades poderosas utilizaban sus poderíos para vengarse y someter a otros clanes muchas veces con ayuda de los extranjeros invasores y estos a su vez le entregaban armamento y ganados para que estas parcialidades  para utilizarlas para sus nefastas intenciones, el revolucionario tan temido por ellos el gran Juliep chaparra “Juuweechipaläa” satanizado por defender sus posesiones y territorio y asesinado por el “Cachimbo” en Kaimaalü (caimare chico en 1887), gracias a estos hermanos Kucinas, muchas veces confundidos con los wayuus, pero su bravura y determinación fue esencial para mantener la soberanía del wayuu sobre su territorio, pero  sigamos revisando lo que dicen los historiadores sobre este particular.;
En 1874, Rafael Benítez mencionó a los siguientes clanes con algunas de sus características más importantes, incluyendo su ubicación, que vale la pena citar ;
Zapuanas, Cocinas, Cocinetas: Estos indios habitan las tierras áltas de Cojoro, costa y caño de Neima, Járira, Paráuja, Aramachón, Gran Eneal i ciénagas inmediatas á Sinamaica, potreros i selvas de la parte sur. Estos indios son mui pobres, viven de la rapiña i están en guerra siempre con las demas tribus. Con este motivo son fuertes, arrojados i diestros en el manejo de las armas, por lo que los indios ricos solicitan sus servicios mercenarios i ellos se los prestan ocasionalmente, en las empresas militares, i los pagan del botin del enemigo, ó con animales de la propiedad de quien los ocupa”.-
-de nuestros hermanos Kucinas ahondaremos mas adelante, sigamos escudriñando sobre el cacicazgo en la guajira veamos que anota el escritor colombiano José polo acuña (1999). Los intentos de sujeción de la población indígena desplegados por las autoridades hispanas durante el siglo XVIII en la Guajira incluyeron la vía de ganar influencia sobre sus líderes internos así como también promover liderazgos que abrazaran la causa hispana. Con tal fin crearon el cargo de cacique mayor de la nación guajira, que generalmente recaía sobre un mestizo respetado, rico e influyente en toda la comunidad aborigen. Tal cargo en principio no guardó relación alguna con las formas políticas de las comunidades guajiras, pues los indios estaban diseminados por toda la península constituyendo pequeños grupos (parcialidades, apüshis) vinculados por relaciones de parentesco. Cada parcialidad como veíamos ocupaba un determinado territorio y tenía su líder independiente y autónomo, por lo que no se puede pensar en la existencia de una jerarquía central que agrupara políticamente a todos los apüshis, si bien entre ellos había alguna asimetría económica que podía traducirse en una mayor capacidad de respuesta frente a las políticas hispanas.

   Ciudadanos wayuu, con los colonizadores.(1920)

El papel del cacique general era servir de puente entre los indios y las autoridades hispanas, velar por el buen desempeño de los pueblos y sitios nativos e impedir cualquier tipo de desorden en el seno de la comunidad. A la creación de esta figura política le hemos hecho un seguimiento documental que permite describir su embrionaria trayectoria desde 1696, cuando Juan de Amuscotegui y Luisa de Velasco fueron bautizados en Riohacha por el obispo de Santa Marta, Antonio Monroy y Meneses. Estos indios eran considerados “[…] como los principales y cabezas de todos los demás indios de esta jurisdicción, los cuales vinieron con once hijos y sobrinos suyos […]” De su desempeño como “cacique” no hemos encontrado evidencia documental en el Archivo General de la Nación (Bogotá), sin embargo, la sucesión entre éstos y Cecilio López Sierra, cacique mayor de la nación guajira hacia 1720 está comprobada.

Comentarios

  1. HERMOSO TRABAJO FELICITACIONES ,COMO ME GUSTARIA PODER ESCUCHAR UNA CONFERENCIA SOBRE HISTORIA AKA EN MARACIBO DONDE ESTAMOS TODOS LOS WAYUU PERO SIN MEMORIA HISTORIA ,SIGUIENDO EL HILO DE UN SISTEMA QUE NO ES DE ELLOS Y LLEVANDONOS CADA DIA A DESAPARESER..MI NO NOMBRE MANUEL ANGEL CASTILLO WAYUU JINNU DE LA ALTA GUAJIRA ESA ES MI IDENTIDAD...

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  2. Cachimbo era mi tio-bisabuelo,hermano de Maria Dolores Polanco,mi bisabuela,hijo de Joaquina....soy Maria Salas Polanco........amo mi ascendencia Wayuu.......

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