¿Existieron en verdad los Caciques en el pueblo wayuu?


Francisco Pichón plantea que durante la administración del Virrey José Solis (1716-1762) surgió el cacique Cecilio López Sierra, mestizo, hijo de una india noble. En efecto, Cecilio López nació en 1698 y su madre fue una nativa nombrada Magdalena Martínez Galluzo, del sitio de San Nicolás de los Menores e hija de Luisa de Amuscótegui Victores de Velasco y Juan de Amuscótegui, primeros caciques reconocidos por las autoridades hispanas en 1698, año en que fueron bautizados, y del Regidor de Riohacha Jacinto Sierra, español y que fue vecino reconocido de esa ciudad. De esta manera, Cecilio López era nieto por vía materna de la primera cacica. En un oficio enviado por él al Rey en 1765 hace una relación de los servicios que había prestado a la Corona, en cuya introducción dice que “[…] por reales cédulas de 10 de agosto del año de 1720, de conferirme la gracia de capitán de infantería de los indios guajiros y de sargento mayor de la misma nación y por el Excelentísimo señor Don Joseph Solis la Merced de Maestre de Campo” . Pero también sabemos que desempeñó el cargo de Juez de Comisos, cargo que le fue encomendado por el Teniente PedroJoseph Mozo de la Torre Igualmente era hermano de dos líderes poderosos e influyentes de la Alta Guajira, Antonio Paredes y Pablo Majusares, quienes controlaban la Serranía de la Macuira y la Sierra de Chimare respectivamente. Por los alrededores de Bahía Honda mantenía vínculos parentales con Bernardino Moscote, líder nativo que controlaba el puerto del mismo nombre, el cual era sobrino suyo” En 1762 acompañó a Fray Antonio de Alcoy, Prefecto de las misiones capuchinas de Santa Marta y Riohacha, en un viaje de reconocimiento con dirección sur-norte, desde Boronata hasta Bahía Honda, recorrido que abarcó lugares como Carrizal y Manaure, donde habitaban los indios perleros; así mismo Ipapá y Bahía Hondita. Igualmente el Cacique estuvo colaborando alrededor de dos años con Bernardo Ruiz de Noriega, asentista de negocios y víveres que contrató con la Corona el control del trato ilícito, la pacificación de la población nativa y el poblamiento de la península de la Guajira. La pesca de perlas fue una de las actividades que recibiría la atención del Cacique toda vez que los llamados indios perleros, ubicados en el punto de la costa occidental llamado Carrizal, actuaban con total autonomía de las autoridades hispano - criollas y contrabandeaban libremente las perlas con tratantes ingleses, holandeses y algunos vecinos riohacheros que llegaban hasta allí a comprarles las perlas a los nativos. El papel del cacique en este caso consistió en tratar directamente con el líder nativo que dirigía esa parcialidad para tratar de convencerlo en sujetarse y a que pagara del Quinto Real por concepto de transacción en la venta de las perlas. Tanto era así que el Teniente de Gobernador Joseph Pestaña reconocía que era "[...] acertado que Vuestra Excelencia [el Virrey] se dignase escribir a Don Cecilio López de Sierra, cacique de los indios guajiros, para que antes que se emprenda el buceo de perlas, amenace a los indios magnates [...]"Impedir que los magnates nativos de la Alta Guajira hicieran el trato ilícito con extranjeros fue otra tarea que se le encomendó al Cacique Cecilio. Desde este punto de vista su vigilancia con una pequeña escolta fue una constante en el desempeño de sus funciones. La idea era que el Cacique cortara el suministro de armas de fuego que los traficantes ingleses y holandeses provenientes de Curazao y Jamaica daban a cambio a estos líderes nativos. Manuel Martínez de Escobar, Juez de Comisos en 1754, sostenía que "[...] con cuya diligencia [la del Cacique] se logrará extinguir el continuo trato que ejercen los extranjeros en la costa, y periferia que uno y otro tienen en sus tierras [...]"
Pero entre la normatividad y la práctica del papel que debía cumplir el Cacique Cecilio no necesariamente había una correspondencia. En efecto, Cecilio López supo aprovechar su cargo, su parentesco nativo y grado de influencia en beneficio de sus propios negocios y actividades, uno de ellos el contrabando de negros esclavos y de hoja de coca, llamada hayo “
Adolf Ernst, “El hayo de los guajiros”, El Zulia Ilustrado, 8, Maracaibo, 1889,.
- si amigos lectores leyeron bien, trafico de hoja coca, hayo en 1754, de esto trataremos mas adelante, sigamos leyendo sobre el mercenario Cecilio López sierra
“Reiteradamente se encuentran quejas en los documentos coloniales de las autoridades hispanas porque el cacique poseía un “alto” número de piezas de esclavos negros que no legalizaba, más aún, utilizaba su investidura para ocultar tal hecho. Así, por ejemplo, en 1753 las autoridades de Riohacha emitieron un decreto “[...] a que se debe atender tuvo a bien el que se le entreguen los tres esclavos [al cacique] y la negra, haciendo comparezca el fiador a otorgar la escritura correspondiente a dicho cacique”. El testamento del Cacique deja entrever que negociaba y contrabandeaba con hayo, cuando existían las plantaciones de hoja de coca en la Serranía de la Macuira. En diferentes ocasiones los intereses económicos del Cacique chocaban de manera frontal con lo “estipulado” por las autoridades hispanas, lo que ocasionaba una especie de competencia jurisdiccional entre Cecilio López y los militares encargados del “orden” en la Provincia de Riohacha. En una ocasión la fricción se dio entre el cacique y el comandante de la provincia, Antonio Lazcano y Naizca, cuando el primero se quejó ante el Virrey de la siguiente manera:
“Tengo experimentado Excelentísimo señor en el actual comandante, Don Antonio Lazcano, que siempre y cuando se le proporciona ocasión procura ajarme, tratándome impersonalmente y con vilipendio de mi persona, llevando solamente de aquel natural propenso a querer dominar sobre todos, introduciéndose en el gobierno de los indios que a costa de mi sudor y trabajo tengo agregados a pueblos, nombrándoles jueces, sin pertenecer todavía al ordinario.
En ocasiones la competencia jurisdiccional era el pretexto que ocultaba profundas discrepancias entre autoridades civiles, militares y magnates mestizos - indios por el control del contrabando, sus rutas, puertos y clientela. En una oportunidad el teniente de gobernador de Riohacha, Joseph de Pestaña, el mismo que había recomendado al Virrey entenderse con Cecilio López años antes, fue expulsado del pueblo de Boronata por el mismo Cacique, y asesinado junto a un Cabo de Escuadra y un soldado de la tropa del pie del batallón Fijo de Riohacha. En la investigación y proceso que las autoridades hispanas abrieron contra Cecilio López con motivo de este suceso, se deja ver que el asesinado Joseph Pestaña utilizaba su cargo para introducir ilegalmente mercaderías de contrabando a la península y desplazar a los vecinos hispano - criollos que antes lo hacían, "[...] con lo que mantiene tienda pública y pulpería en sus propias casas, logrando sus lucros máximos, y por eso se ha esforzado en lo que pareciese embarazar en esta inmediación el trato de los holandeses e ingleses, que a trueque de palo de brasil, cueros de reses y sus sebos dan sus géneros para vestirse los pobres que solían llevar esos efectos a la playa [...]". La competencia entre Cecilio López y Joseph de Pestaña y el posterior asesinato de éste culminó con el refugio del Cacique hacia el oriente de la Guajira, a Sabana del Valle, en inmediaciones de Cojoro, donde tenía parentela y aliados nativos poderosos. En esa oportunidad el Cacique contó además con la ayuda de su hermano clérigo Joseph López Sierra, quien lo acompañó hasta Maracaibo para luego embarcarlo en una nave de la Compañía Guipuzcoana que salía para España. Cecilio López, hábilmente había aprovechado el suceso con Pestaña para desplazarse a España y proponerle personalmente a la Corte del Rey, en asocio con un comerciante andaluz, Don Bernardo Ruiz de Noriega, un proyecto para someter a los indios guajiros. En esa oportunidad la Corte envió al Cacique y su proyecto para el visto bueno del Virrey Solís, y que él tomara la decisión final. Efectivamente Cecilio López se desplazó a Santa Fe para proponerle el proyecto a Solís, a quien había ignorado como conducto regular y máxima autoridad en el virreinato. El mencionado proyecto consistía en que Cecilio López y su socio pacificarían la península de la Guajira y ayudarían a extinguir el trato ilícito a cambio de que la Corona les concediera un permiso para colocar un asiento de negros en Riohacha y traer de las colonias vecinas de las Antillas harina para el consumo de toda la provincia. Finalmente el virrey Solís negó la aprobación del proyecto probablemente porque el Cacique Cecilio no tenía ya un buen ambiente en Santa Fe y porque no confiaban en su sinceridad. Sin embargo algunos años después, en 1760, la Corona capitulaba con Bernardo Ruiz de Noriega las cláusulas mencionadas. Su aliado sería Cecilio López Sierra, quien posteriormente se convirtió en su compadre.
Pero el Cacique Cecilio también actuó en defensa de la cultura nativa Cecilio López fue acusado en reiteradas ocasiones de haber influido negativamente en la expedición militar que debió comandar el Coronel Joseph Benito Encio con el objeto de castigar y someter a los nativos responsables del movimiento armado Wayuu de 1769, en la que participaron también muchos parientes suyos. No menos conflictiva resultó la relación del Cacique con los Padres capuchinos ;
los misioneros opinaron lo siguiente:
“En el pueblo de Boronata en donde tiene su residencia dicho cacique, es pública voz y fama, que algunas veces les hacia concurrir [ a los indios] a la doctrina, pero en los demás pueblos apenas ha aparecido por ellos. A lo quinto, si ha consentido dicho cacique vivan, como lo están en su ley y superstición comprando las mujeres por vacas y otros efectos, decimos que así lo ha consentido; aque el Cacique, aparte de hacerse llamar Don, tuviese dos esclavos de librea vestidos con trajes militares y pelucas que hacían antesala a quien quisiese verlo y tratar con él”
. Cecilio López servía de puente entre dos mundos aparentemente diferentes pero que se necesitaban. Es precisamente desde ese lugar “ambiguo” que adquirió su ascenso social y poder.”
-hablando de los misioneros capuchinos del cual hemos partido como referencia, sobre la población mestiza de Guarero, por que hemos quedado claro que la zona era de exclusivo dominio de los hermanos Kucinas sigamos extrayendo del  escrito de Jose polo acuña (etnicidad poder y negociación en la frontera guajira-1750-1820).
“A finales del siglo XVI, concretamente hacia 1694, los capuchinos fundaron su primera misión en San Nicolás de los Menores y La Cruz, dos poblados indígenas cercanos a Riohacha. Sin embargo, un movimiento armado de los indios Cocinas en 1701 obligó a sus misioneros a retirarse a su sede en Maracaibo. Este acto fue respaldado mediante una Real Cédula de abril 4 de 1702 en la cual el Rey ordenó a los dos frailes que estaban en Menores y La Cruz pasar a Maracaibo. Durante los siguientes 13 años, los indios guajiros no tuvieron en su territorio ningún misionero. Solamente a partir de 1715 el obispo de Santa Marta, Antonio Monroy y Meneses, nombró dos de ellos en calidad de interinos para los pueblos de La Cruz y Menores. Esto fue posible por el traslado de once religiosos con el propósito de llevar a la “[…] conversión de los indios guajiros, entre Maracaibo, y la del Río del Hacha, por ser de condición más tratable y poder resultar de su logro, muchas utilidades a la Real Hacienda y conveniencia a los vecinos de aquella Jurisdicción […]” El traslado de estos religiosos se realizó porque los indios de Mérida y la Grita, Provincia de Maracaibo, “se rebelaron y quemaron la iglesia, imágenes y ornamentos e hicieron otras atrocidades [...]” El traslado de los capuchinos a la provincia del Hacha fue autorizado por una Real Cédula de noviembre de 1717, por la cual se confería la misión de evangelizar y pacificar los indios guajiros a los padres capuchinos. Un año después se efectuó una ratificación, la cual iba más allá, al plantear la posibilidad de nombrar como prefecto de las misiones solamente a religiosos de la orden capuchina, pues la experiencia había demostrado que en los trece años en que el territorio estuvo sin misioneros capuchinos, quienes les sucedieron, es decir, los presbíteros clérigos nombrados por el obispo de Santa Marta, no habían hecho ningún avance significativo. En lo sucesivo, los religiosos capuchinos trabajaron en concordancia con el Gobernador de Santa Marta, don Juan Beltrán de Caicedo, en quien recayó igualmente la tarea de la pacificación. De ésta forma se combinó la reducción por medios pacíficos propugnada por los religiosos y la pacificación por la fuerza impulsada por el Gobernador, facultad que le fue reconocida en una Real Cédula fechada en 10 de marzo de 1718, en la cual se especificaba lo siguiente: Visto en mi Consejo de las Indias con lo que dijo mi fiscal de él, y consultándoseme sobre ello, he resuelto que la referida conquista y reducción corra a cargo de Juan Beltrán de Caycedo...Y respecto de que por lo que mira a puntos de declarar por conquistadores de los que ayudasen a esta reducción, repartiéndoles tierras e indios para que los sirvan... y así mismo le encargo solicite el descubrimiento y restablecimiento de la pesquería de perlas que se halla en aquellos parajes.
En este contexto surge la figura del Padre Josehp López Sierra, hermano de parte de madre del Cacique Cecilio López Sierra y en quien recayó durante algún tiempo la evangelización del pueblo de Boronata, lugar de residencia del Cacique y donde se dio un fenómeno particular de mestizaje con predominio de lo wayuu. También en este pueblo se mantenía un capitán y un sargento mayor de los guajiros. En efecto, este pueblo figuró en principio como pueblo de indios, pero posteriormente en algunos censos aparece claramente como un sitio de mestizos. En Boronata coexistieron bajo la práctica cultural indígena mestizos, blancos e indios. En un informe sobre el estado de las misiones capuchinas en 1755, se describió el mencionado pueblo y se levantó un conteo de sus habitantes por familia, el cual muestra uniones de mestizos con indias: de cuarenta familias mestizas, diez tenían madre india; se contabilizaron, en total, 214 mestizos incluyendo las diez madres indias en mención y cinco indios huérfanos que convivían con la familia del Sargento zambo Joseph Ojeda, y 175 indios. El total de la población entre mestizos e indios sumaba 389 personas. Llama la atención el hecho de que mestizos huérfanos estuvieran viviendo en el seno de familias mestizas con madre indígena, lo que mostraría precisamente la importancia del papel de la madre en el proceso de formación de sus hijos(as) en los preceptos de la cultura wayuu. Es decir, su papel en la reproducción de la base de la etnicidad y por tanto de la identidad étnica fue fundamental en la preponderancia de lo étnico en estos mestizos.
Igualmente, es significativo el número de esclavos de propiedad tanto de mestizos como deindios, 36 en total, el 14 % de la población.
El Padre Joseph López Sierra oficiaba entonces desde su condición de mestizo indio y conocía perfectamente la Guajira, y al igual que su hermano Cecilio, estaba emparentado con la mayoría de los líderes poderosos de la Alta Guajira. El desempeño de su oficio como cura le permitió, dado su acercamiento con la cultura nativa, elaborar un diccionario de la lengua Guajira. Las autoridades también lo buscaban a él para hacerse acompañar en las salidas de reconocimiento por el territorio étnico, tal como la que se realizó en 1763 en compañía de su hermano Cecilio y Don Luis Guerrero, un miembro del Cabildo de Riohacha. En esa oportunidad los tres hicieron un conteo de indios que estaban en capacidad de tomar las armas, cuyo objeto era hacer un diagnóstico de la situación fronteriza con el fin de llevar a cabo la “empresa” de “pacificación” y poblamiento. En contraprestación recibirían la concesión del asiento de víveres y negros que les fue otorgaría la Corona, y que como sabemos presidía el cacique Cecilio con su socio Bernardo Ruiz de Noriega. Era el asocio perfecto en la empresa: por un lado el Cacique Cecilio López Sierra, quien era reconocido en tal cargo por las autoridades hispanas en la Guajira, por otro Ruiz de Noriega, con respaldo directo del virrey y quien colocaba los recursos personales necesarios para el desarrollo de la empresa. Y junto a ellos la importante figura del cura Joseph López Sierra, quien por su condición de prelado propiciaba un entendimiento amigable con los indios, pero también desde su intermediaria posición de mestizo indio se le facilitaba un entendimiento directo con sus parientes. Lo que el cacique Cecilio intentaba desde su cargo civil lo hacía también el Padre López Sierra desde su desempeño religioso. Los dos hermanos actuaron en asocio para sacar provecho de sus cargos y posiciones dadas sus movilidades entre las tradiciones nativas y arijunas.” (..)
-detengámonos a entender un poco lo relatado y documentado muchas o todas las veces, oculta a la lectura del publico, quizás para tratar de ocultar las peores intenciones de ambos bandos  los afectados los mas débiles, mujeres niños y ancianos vendidos como esclavos, sometidos a la servidumbre por sus propios hermanos mestizos, los capuchinos haciendo su trabajo de “reducción” en nombre de la cruz, en unidad con los “caciques fabricados “ por los extranjeros invasores, como pueden leer, los poderosos caciques, enriquecidos con la pobredundre de sus hermanos de sangre fingían ser cristianos para su propio beneficio personal, tenían esclavos negros, además de wayuus sometidos o vencidos en las guerras entre clanes divididos por los invasores extranjeros para debilitarlos y así lograr su cometido, sino lo hacían a la buena, (misioneros) la hacían a la mala (caciques fabricados) señalo aquí, lo que esta transcrito, esta documentado y fue escrito por los mismos protagonistas de acuerdo a la visión criolla y blanco, y ¿si hubiesen escrito los wayuu? es inimaginable los sufrimientos del pueblo wayuu durante estos siglos solamente estamos indagando lo acontecido durante los años 1700-1800. Pero sigamos leyendo sobre otros personajes durante esa centuria que tenían su centro de operaciones entre Kijout (cojoro) y Karrouyaa (sinamaica).
En el oriente de la península de la Guajira, entre Riohacha y Maracaibo, particularmente en las cercanías de Cojoro, habitaba una parcialidad de nativos al mando de Yaurepara, poderoso líder Wayuu que dominaba económica y políticamente la zona. Este dirigente aborigen tenía su base de apoyo en Cojoro y Parauje, y junto a su hermano Panieme podían quizás reunir unos "dos mil hombres de armas y flechas [...]" La posición que ocupaba Yaurepara era estratégica por cuanto se encontraba en el camino que comunicaba a Riohacha con Maracaibo, además de contar con apoyo de las facciones indígenas que hacían presencia en los alrededores del río Limón o Sucuy; el único poblado hispano en la zona era Sinamaica. El "capitán del camino de Maracaibo", como se le conocía a este líder, fue protagonista de la lucha que se libró entre las autoridades hispanas, los colonos hispano - criollos y las facciones indias por el control de esta zona. En este contexto de luchas armadas se encontraba el zambo Martín Rodríguez, quien era compañero y pariente de Yaurepara y Panieme. Rodríguez era hijo de un zambo riohachero con una nativa de Cojoro y fue el encargado de funcionalizar las redes de cooperación armada entre las distintas parcialidades nativas. En ello fue importante su carácter de lenguaraz y por tanto como eslabón entre las tradiciones wayuu y arijuna, por lo que fue considerado por las autoridades hispanas en un principio como "[... ] perjudicial [...] en influir a los Guajiros contra los españoles, como en solicitar contra nosotros el auxilio de los ingleses, por medio de las más activas negociaciones que personalmente pasa a practicar en Jamaica [...]". Rodríguez mantenía relaciones con mujeres nativas en las diferentes parcialidades guajiras, lo que le aseguraba efectivamente un parentesco en varios niveles con los diferentes clanes wayuu y le permitió también acumular riqueza en cabezas de ganado que tenía repartidas en varias rancherías. Poseía contactos y parientes en Riohacha, a donde llevaba a vender ganado en pie y regresaba a Cojoro con aguardiente y telas. Pero también tenía la ruta de intercambios con los ingleses que arribaban a las costas del Golfo de Venezuela, con quienes contrabandeaba ganado, armas y tabaco. Rodríguez era cercano a las rancherías que controlaban el río Limón, el caño de la Paijana que comunicaba a la isla de San Carlos, y ésta con el Golfo de Venezuela. Los pobladores de estas rancherías le prestaban ayuda en hombres y canoas para llevar sus géneros. El parentesco con Yaurepara y Panieme pronto le aseguraron una posición social de jerarquía en la sociedad wayuu, hasta el punto de que estuvo con los dos líderes en el tratado de paz que en 1799 firmaron con el gobernador de Maracaibo, el de Riohacha y el comandante de Sinamaica. En esas negociaciones se llegó a los siguientes acuerdos: Que serían obligados [los indios] al pago de las muertes hechas en los vecinos de Sinamaica durante la guerra, y que lo mismo se ejecutaría con los de su nación, muertos en dicha villa por los españoles. Que no podían entrar [los indios] en la nominada villa con armas de ninguna clase, antes al contrario debía manifestar entrando sin ellas, la Paz y amistad que tenían con los Españoles y la confianza que debían hacer de la palabra de honor de los Gobernadores de Maracaibo y Río Hacha, ante quienes se trataba y consolidaba la paz. Que los Españoles de las Provincias tendrían seguridad en el tránsito y defensa por parte de ellos contra cualesquiera que los quisiese ofender en sus personas y vienes. Que de esta manera y verificadas las condiciones puestas por su parte las que se reducían á pedir varios efectos que necesitaban, olvidarían todos los agravios y muertes ejecutadas en sus parientes y nacionales. Por otra parte la compensación entregada a Yaurepara, Panieme y Martín incluía abalorios; un papel de agujas; cuatro pañuelos; dos cargas talegas; cuatro corazas; cuatro cojines; cuatro pares de estribos; cinco botijuelas vacías; una gargantilla de oro con su relicario; cinco madejas de hilo de color morado; diez paquetes de panela; cinco botijuelas de aguardiente; ocho pesos en dinero efectivo; diez cuchillos; dos cargas de maíz; una talega de jayo; dos fustes; cuatro hachas; nueve frascos más de aguardiente; un bastón nuevo con su casco de oro, de peso una onza i ochava; una botijuela más de aguardiente; una cadena de oro de nueve castellanos. Yaurepara, Martín y Panieme pasaron a Maracaibo donde fueron agasajados por el gobernador de la provincia durante cuatro días, tiempo en que este último también se comprometió a entregarles dos águilas de oro. Como puede apreciarse, Rodríguez estaba reconocido tanto en la sociedad wayuu como en la arijuna, y políticamente jugaba un papel importante de eslabón entre las dos culturas. Años más tarde ya lo encontramos como intermediario reconocido de las autoridades hispanas, a quien confiaban el suministro de informaciones acerca de barcos extranjeros que contrabandeaban por las costas de Bahía Honda, además de servir de puente para el diálogo entre los nativos de la costa oriental de la Guajira y las autoridades hispanas de la Villa de Sinamaica, tan asediada por mucho tiempo por las entradas armadas de los wayuu. Rodríguez, al igual que Cecilio López Sierra, supo aprovechar las condiciones parentales en el seno de la sociedad wayuu y su papel de intermediario para sacar provecho personal y ascenso social de ello.(..)
CIUDADANOS WAYUU INFLUYENTES EN URIBIA COLOMBIA 1920 APROXIMADAMENTE

Comentarios

  1. AMIGO,SERÁ QUE EXISTE ALGUNA FOTOGRAFIA DE RUDESINDO"CACHIMBO" GONZALEZ?.....SU HERMANA,MARIA DOLORES POLANCO ERA MI BISABUELA....SU MADRE SE LLAMABA JOAQUINA....SOY MARIA SALAS POLANCO,NIETA MAYOR DE OSCAR POLANCO,HIJO DE MARIA DOLORES.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

MEMORIAS DEL PASO POR LA GUAJIRA DE UN ENVIADO DE DIOS

LOS SEGUNDOS COLONOS DE LA GUAJIRA

EL MESTIZAJE EN LA GRAN NACION WAYUU (a finales del siglo IX y a comienzos del siglo XX).